¿AYUDAS AL GANADERO?, ¿APUESTA POR LA COEXISTENCIA CON LOS GRANDES CARNÍVOROS?

Una vez más la administración, esta vez la gallega, ata las manos del ganadero que apuesta por la coexistencia con los grandes carnívoros.

La Administración no parece dispuesta a considerar a estos perros protectores de rebaños como perros de trabajo, inscritos dentro de las explotaciones que protegen, pero sigue animando a los ganaderos a adquirir mastines, como medida preventiva de ataques, sin legislar de una forma clara su uso, es decir, les anima, para el trabajo en el monte, en zonas de grandes carnívoros, que adquieran “animales de compañía” con la de problemas que esto supone, unos problema añadidos a los que ya tienen de por si la ganadería en extensivo y el ganadero, pues su uso choca frontalmente con lo que la legislación actual dice sobre los derechos de este tipo de perros.

Pero va más lejos, la Administración y el sentido común parecen no llevarse bien a la hora de tratar temas que tienen que ver con el medio natural, ahora, en las ayudas que publican este año la Consellería de Medio Ambiente, Territorio e Vivenda, Orden de 19 de diciembre de 2018, artículo 4 punto número 1, también le dicen al ganadero lo que deben comprar y donde deben comprarlo si quieren recibir la ayuda, “Así mesmo deberase achegar o certificado da entidade xestora do libro xenealóxico da raza, que acredite que o animal está rexistrado no libro xenealóxico da raza correspondente”, es decir, no les vale la experiencia de los perros en su trabajo ni la experiencia de los ganaderos en el uso de estos perros, olvidando, parece ser, que este tipo de perros ya existían antes de la cinofília actual, que se forjaron solos, sin ningún estándar, para dar respuesta a las necesidades de los propios ganaderos y que fue su trabajo la base para la selección, lo que les vale es que los perros adquiridos estén inscritos en los Libros Genealógicos expedidos por la Asociación que lleve el Libro Oficial, esta es la única garantía de la funcionalidad de estos perros, unos perros que se rigen por un estándar en el que no se valora la rusticidad, la funcionalidad y el temperamento, características fundamentales para el buen desarrollo de su trabajo, unos perros que perfectamente pueden proceder de unos ascendientes que no hayan estado trabajando en extensivo con el ganado en zona de lobos y osos.

¿Garantiza la administración de esta forma que los perros sean aptos para el trabajo?

¿Por qué la Administración no deja libertad al ganadero para adquirir lo que quiera y dónde

quiera?